Candidatos, elecciones y marca personal: la gente espera autenticidad y menos “palabrería”
Estamos a semanas de una nueva elección de Gobernadores Regionales, Consejeros Regionales, Alcaldes y Concejales. En este sentido, los candidatos se conviertes en marcas que vale la pena analizar, siempre con un ojo crítico respecto de lo que dicen y hacen. A continuación, algunos puntos a considerar por quienes se postulan, así como para aquellos que solo votan…

- Hoy, las personas no votan exclusivamente por programas políticos e ideologías, sino por quienes los encarnan. Esta realidad, lejos de ser negativa, ofrece una oportunidad única: la de construir una marca personal (en efecto, muchos no han querido verse asociados a un partido político, aunque lo sean). Esta construcción debe conectar de forma genuina con los valores del electorado, no solo en lo que se dice, sino en cómo se actúa durante la campaña. La gente espera sinceridad, autenticidad y menos “palabrería”. Quieren creer que el candidato entiende sus preocupaciones y vive las mismas realidades que ellos.
- Históricamente, hemos asociado a la izquierda con los temas sociales y emocionales, mientras que a la derecha se le ha vinculado con los asuntos económicos, técnicos, más fríos. Sin embargo, estas fronteras se han difuminado. Los candidatos de ambos lados del espectro político ahora cruzan hacia la otra orilla, buscando conectar emocionalmente con los votantes de manera más auténtica. Como sucede con las marcas comerciales, en política, la conexión emocional es esencial para generar confianza y lealtad.
- Unido a lo anterior, el “dato” no siempre mata al “relato”. Aunque es cierto que el electorado desconfía de la “palabrería vacía”, es evidente que hay candidatos utilizando discursos grandilocuentes y promesas populistas que dan sentido a la gente. El relato, la narrativa que envuelve los datos -nada nuevo en aquello-, debe ser un pilar clave en cualquier campaña. Es esa historia, construida de forma inteligente y honesta, la que puede dar vida a las cifras y ganar los corazones de los votantes.
- Estamos en el período de las promesas. Los candidatos, recorriendo barrios con su sonrisa a cuestas, se presentan en muchos casos como héroes que solucionarán muchos de los problemas del electorado. Tienen ideas claras, prístinas, sensatas a veces, no tanto en otros casos, pero lo importante es ganar. Mostrar una identidad única y auténtica que los haga destacar de la competencia. Ya se verá después cómo se resuelve el abismo que pueda surgir con el cumplimiento de dicha promesa.
- También se deben tener en cuenta temas valóricos. El respeto a las más amplias diversidades humanas, así como el respeto al medioambiente conecta con tribus morales específicas. Sin embargo, también estamos viendo el ascenso de valores individualistas que los candidatos deben tener muy en cuenta. En una sociedad cada vez más orientada al crecimiento personal, los votantes se preguntan: ¿cómo encaja este candidato con mis metas, mi familia y mis sueños? El relato político moderno debe ser capaz de captar estas preocupaciones individuales, ya que muchas personas hoy en día priorizan su propio bienestar por encima del colectivo.
- Finalmente, ser candidato tiene un precio. Quienes deciden postularse, consciente o inconscientemente, aceptan el riesgo de perder reputación. La historia demuestra que quienes alcanzan cargos políticos rara vez mejoran su imagen después de ser elegidos. La razón es sencilla: poco de lo mucho prometido se puede cumplir, y al final, cunde la decepción.
En definitiva, los candidatos que resulten ganadores habrán entendido la necesidad de una identidad auténtica, una conexión sincera con el electorado y un equilibrio entre los valores individuales y colectivos. El candidato que logre construir una marca personal sólida, basada en la autenticidad y el compromiso, será el que logre destacar en una era marcada por la desconfianza y la saturación de promesas.
