Marketing de influencers: De la intuición a la profesionalización

Fernando Mora Aspe, presidente de ANDA

En menos de una década, el marketing de influencers ha pasado de ser una táctica emergente a convertirse en un pilar estratégico dentro del mix publicitario. Lo que en sus inicios parecía un experimento para amplificar campañas puntuales, hoy se ha consolidado como un espacio profesionalizado, regulado y cada vez más medible, que concentra presupuestos en rápido crecimiento y que exige responsabilidad y transparencia.

Según análisis recientes, la inversión global en esta disciplina se ha duplicado o incluso triplicado en los últimos años, tendencia también visible en América Latina. Este aumento responde tanto al desplazamiento natural de la atención hacia plataformas digitales como a la capacidad de los creadores de construir comunidades con altos niveles de credibilidad y engagement. No es casualidad que industrias como belleza, moda y consumo masivo lideren este terreno, mientras sectores como fintech o gaming comienzan a ganar protagonismo.

Sin embargo, el verdadero cambio no ha sido solo presupuestario, sino cultural y estructural. Los influencers están dejando de ser simples amplificadores para convertirse en co-creadores que participan desde el brief hasta la activación. Esta evolución refleja una profesionalización de la relación entre marcas y creadores, marcada por procesos más rigurosos de scouting, briefing y evaluación, además de la consolidación de squads permanentes en lugar de campañas aisladas.

En este contexto, el rol de las buenas prácticas y la transparencia resulta clave. Organismos como la WFA a nivel global entre los anunciantes y el CONAR en Chile han puesto especial énfasis en la necesidad de reglas claras para el trabajo con influencers: identificación explícita de contenidos pagados, respeto a la libertad creativa y resguardo de la confianza del consumidor. La autorregulación y la ética profesional no son un accesorio, sino la base para legitimar la industria y fortalecer la credibilidad de las marcas.

A esta transformación se suma el avance tecnológico. Durante años, uno de los principales cuestionamientos al marketing de influencers fue la dificultad para medir su retorno. Hoy, gracias a nuevas herramientas de atribución y social commerce, es posible conectar directamente la acción de un creador con métricas de negocio concretas —desde clics hasta ventas—, dato que transparenta el potencial real de esta táctica más allá del awareness.

El futuro del influencer marketing apunta a tres ejes estratégicos:

  1. Rigor en métricas, con un mayor énfasis en conversiones.
  2. Autenticidad y confianza, donde la libertad creativa del influencer se convierte en valor diferencial frente a un consumidor saturado de mensajes publicitarios.
  3. Relaciones a largo plazo, que transforman a los creadores en embajadores de las marcas.

El influencer marketing ya no es un terreno de intuición. Es una disciplina en expansión que exige profesionalismo, visión estratégica y estándares éticos sólidos. Para las marcas, el desafío no está solo en invertir más, sino en hacerlo mejor: con transparencia, con métricas claras y con el entendimiento de que los influencers pueden llegar a ser socios creativos en la construcción de marca y confianza.

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