La función social de las universidades atraviesa hoy una transformación tan profunda como visible. Ello responde a que la sostenibilidad se ha consolidado como uno de los temas más relevantes y urgentes de nuestro tiempo, tal como lo refleja la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, adoptada en 2015, que establece diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) orientados a transformar las dinámicas sociales, económicas y ambientales para garantizar un futuro viable.

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En este contexto, la sostenibilidad constituye el eje central de la contribución que las universidades están llamadas a realizar para encaminar a la sociedad hacia un futuro que asegure el bienestar de las generaciones actuales y futuras. Como agentes de transformación y productores de conocimiento, deben incorporar los ODS de manera transversal e integrada en sus procesos clave —formación, investigación, vinculación con el medio y gestión institucional— con el fin de aportar a la competitividad de los sectores productivos, al progreso de los países y a la calidad de vida de las personas.
Esto se materializa mediante la promoción de valores socialmente responsables al interior de la comunidad universitaria, la adopción de criterios de responsabilidad social en su gestión interna y la inserción activa de la institución en su entorno inmediato. Las universidades conciben el desarrollo sostenible como una construcción colectiva que exige un cambio cultural y la adopción de enfoques integrales que articulen acciones en diversos ámbitos: el currículo, los planes de estudio, el campus, la investigación y la relación con los actores del entorno.
A través de sus actividades de investigación, ciencia e innovación, las universidades generan las bases para desarrollar soluciones y tecnologías orientadas a enfrentar desafíos globales que aún están insuficientemente atendidos. Estos abarcan problemáticas planetarias como el cambio climático, la contaminación atmosférica, la pérdida de biodiversidad, la erosión del suelo, la escasez hídrica y el calentamiento global, así como su interrelación con cuestiones sociales como la pobreza, la desigualdad, la salud, la migración, los problemas de género, la discriminación y la injusticia. A ello se suman las exigencias derivadas de la revolución tecnológica —inteligencia artificial, robótica y automatización— que transforman profundamente el mercado laboral y la vida en sociedad.
Del mismo modo, las instituciones de educación superior pueden integrar los principios de sostenibilidad en sus planes de estudio, contribuyendo así a la formación de futuros líderes y profesionales comprometidos con los desafíos sociales y ambientales. A través de sus modelos educativos, las universidades pueden entregar a los estudiantes los conocimientos, capacidades, competencias y actitudes necesarios para tomar decisiones responsables que ayuden a construir un futuro más justo y sostenible.
Por su tamaño y alcance, los campus universitarios consumen energía, agua, alimentos y materiales, y congregan a personas con diversas realidades, valores, identidades, creencias y perspectivas. En consecuencia, las universidades enfrentan el desafío de adoptar prácticas ecoeficientes en la gestión de su infraestructura, junto con implementar acciones que promuevan la inclusión y la diversidad. Sus decisiones no solo impactan a su personal académico y administrativo, sino que también constituyen un ejemplo para los estudiantes y para la sociedad en general.
Finalmente, la incorporación de la sostenibilidad en las universidades no se limita a proyectar una imagen de responsabilidad social; también fortalece su posicionamiento y competitividad en el largo plazo. Integrar la sostenibilidad en los planes estratégicos puede mejorar los resultados de acreditación y el desempeño en rankings nacionales e internacionales, lo que a su vez atrae más estudiantes, investigadores y financiamiento. Esto permite generar las condiciones para que, sin sacrificar la calidad educativa ni la excelencia académica, las universidades se comprometan con el cuidado del medio ambiente y promuevan la equidad y la inclusión en todas sus políticas y acciones.
En un momento histórico marcado por crisis ambientales, tensiones sociales y aceleradas transformaciones tecnológicas, las universidades ya no pueden permanecer al margen. La sostenibilidad no es un complemento, ni un discurso, ni una tendencia pasajera: es el nuevo parámetro que definirá su relevancia, su legitimidad y su capacidad real de servir al país. Las instituciones que comprendan esto a tiempo no solo liderarán el futuro de la educación superior, sino que contribuirán activamente a construir el futuro que la sociedad demanda y merece.

Luis Araya Castillo, Académico, Escuela de Negocios, Universidad Adolfo Ibáñez
Posdoctor en Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires
PhD in Management Sciences, ESADE Business School
Doctor en Empresa, Universidad de Barcelona
Doctor en Ciencias de la Gestión, Universidad Ramon Llull